El mártir Antonio Ricaurte en la Batalla de San Mateo
abril 10, 2014El mártir Antonio Ricaurte en la Batalla de San Mateo
Fuente: portal de PDVSALa Acción de San Mateo – Ricaurte, el héroe
I Parte
El 28 de febrero de 1813 terminó con la toma de Cúcuta aquella Campaña Admirable que Bolívar había empezado a fines del año anterior en el Río Magdalena y cuyas dificultades habrían de servirle en lo sucesivo para allanar todos los obstáculos que se opusieran a su paso.
En ese momento el Congreso Granadino lo autorizó para abrir campaña contra Venezuela, al mismo tiempo que le enviaba abundantes recursos sumados a un batallón de quinientas plazas, compuesto de jóvenes bogotanos ansiosos de gloria y entre los cuales figuraba el joven Capitán Antonio Ricaurte. El batallón desfiló, rumbo a la lejana frontera venezolana, por la calle real de Santa Fe el de abril de 1813.
El lujoso batallón encuentra en Cúcuta a Bolívar, quien inicia su campaña sobre Venezuela, la cual se convierte en una marcha fulgurante en que las victorias se suceden interrumpidamente hasta Caracas y en donde Ricaurte puede apreciar la más fantástica de las apoteosis rendida a un héroe americano.
El enemigo, que se había quedado desconcertado por el impulso del héroe caraqueño, se repuso pronto de su perplejidad y se alistó para disputarle a toda costa la tierra que tan fácilmente había conquistado. Pero Bolívar no es hombre a quien el combate arredra. Envía parte de sus tropas a Barquisimeto y él mismo marcha sobre Puerto Cabello para mantener abiertas las comunicaciones con la Nueva Granada, única parte desde donde podrá, en caso necesario, recibir ayuda conveniente. El reforzamiento oportuno de Puerto Cabello, que da origen a una superioridad numérica aplastante, hace fracasar la empresa. En Barquisimeto el General Campo Elías sufre un tremendo revés a pesar de que su valor fue increíble.
De regreso a Caracas Bolívar trata de conseguir recursos pero ya la ciudad esta exhausta. Conocedor de esta circunstancia, el enemigo empieza a estrechar el cerco sobre la capital. De la inmensa conquista alcanzada en días anteriores solo le queda un reducto que va desde Caracas hasta las cercanías de Puerto Cabello, pasando por la Victoria y Valencia. Pero el dominio español de esta comarca se da por seguro a la vuelta de pocos días.
La situación del Libertador se hace desesperada. Desde Coro va avanzando Zeballos, Gobernador de la provincia. Otro destacamento marcha por el camino de Valencia, desde Barquisimeto, a órdenes del Padre Torrellas, segundo de Zeballos. Desde Puerto Cabello, Monteverde inicia un amplio movimiento que tiene por objeto lanzar a los patriotas contra el mar. Partiendo de los Llanos, Boves sigue rectamente de Calabozo a la capital. En el Oriente venezolano está Mariño que se niega a prestar ayuda, decidido a ganar la guerra para sí cuando ya se hay a cumplido el desastre.
Ante esta situación trágica el Libertador decide romper el cerco que le vienen formando los españoles antes de que logren unirse los diferentes grupos. Y como el terreno que le proporciona mayor libertad de acción y facilidades para el movimiento de sus escasas tropas es el de los Llanos, decide abrirse paso en esa dirección. Pero hay alguien que va oponerse a su marcha: José María Boves, un asturiano de la misma edad que el Libertador, la figura más sombría de la guerra magna, un monstruo incansable, audaz, valiente y con una sagacidad poco común y un deseo de venganza insaciable.
En los primeros tiempos de la independencia había sido arrestado por sospecha de deslealtad a los republicanos en la cárcel de la ciudad de Calabozo. Allí meditó su venganza hasta cuando llego Monteverde a libertarlo y desde ese momento solo pensó en derramar sangre de patriotas americanos con razón o sin ella. Cuando Bolívar dio su trágico decreto de la guerra a muerte en Trujillo, el 15 de junio de 1813, el único que lo recibió con beneplácito fue Boves por que de allí en adelante no encontraría obstáculo para sus crímenes. El libertador no había hecho otra cosa que proceder en la misma forma en que venía procediendo los españoles y así se igualó en ambos bandos la acción en el tremendo año de 1814.
II Parte
Continuamos con las acciones anticipadas a la toma de San Mateo:
Bolívar cuenta con 1.200 hombres de infantería, 600 jinetes y cuatro piezas de artillería. Boves con 3.500 infantes y 2.500 jinetes; en estos últimos descansa la confianza para sus hazañas.
Una tropa como la que tiene el Libertador sirve de poco en los Llanos por su lentitud y la escasa defensa de caballería con que cuenta. Y él comprende que la fuerza fundamental y tremenda de Boves es su caballería. Por otra parte, Boves no confía en las armas de fuego sino en las armas blancas; la espada y la lanza son para él las únicas armas “cuerdas” en el combate. Por eso el caraqueño comprende que tiene que sacar todos los recursos posibles de sus armas de fuego, que debe quebrantar el impulso de la caballería enemiga atrayéndola hacia un terreno quebrado y, finalmente, que debe maniobrar en un terreno conocido para él y en el cual pueda manejar a los granadinos y venezolanos que lo acompañan y que desconocen los sitios en que tendrán que combatir. Por eso se dirige a San Mateo.
En las inmediaciones de la población está el Ingenio, la más preciosa de las propiedades que heredara de sus mayores. Allí discurrió su niñez y transcurrieron largas temporadas de su juventud. No había sitio de esta comarca que no le fuera familiar. De otro lado, allí el terreno es montañoso, las estribaciones de la cordillera se presentan a la fatiga de la caballería. Era el único sitio que podía jugarse de una vez la independencia de su patria.
Boves no creé que unas medidas puedan tener éxito alguno; para él solo el valor personal cuenta en el combate. Por eso marcha directamente al encuentro de los patriotas seguro de conseguir un triunfo fulminante.
El terreno en donde se efectuará el encuentro tiene características que causan la acción de manera tiránica: Al norte y al sur del pueblecito de San Mateo, pequeñas cordilleras que forman un valle, que por cuyo centro corre el río que corta la ciudad. En la cordillera del norte hay dos alturas destacadas; el Calvario hacia el este el cerro del Ingenio hacia el oeste, en donde está la casona de la hacienda que toca los linderos de la población.
En la cordillera del frente hay dos cerros gemelos denominados en conjunto Punta de Monte. El camino que va por el valle se recuesta primero contra las alturas del norte y luego atraviesa al mismo tiempo la ciudad y el río y pasa a las estribaciones del frente.
Bolívar ocupa las alturas septentrionales. Divide su ejército en tres partes. El centro está comandado por él en persona; el ala izquierda esta mandada por Campo Elías y a la derecha, casi en su totalidad, por Villapol.
La casa que servirá de hospital de sangre y en cuyo mirador se han depositado toda la pólvora y el armamento con que se puede contar para el futuro, ha sido encomendada al ciudadano Capitán Antonio Ricaurte. Las tropas se aferran al terreno en posiciones primitivas par esperar al adversario.
III Parte
Finalizamos esta crónica de las acciones anticipadas a la toma de San Mateo:
La lucha es cruenta; los hombres los hombres caen por centenares. Bolívar se coloca entre los valientes que mueren para animarlos diciendo: “Aquí moriré el primero entre vosotros” y toma parte en el combate. Quizás es la primera vez que deja la conducción para penetrar directamente en la acción. Boves herido de repente, tiene que retirarse.
Pero un mes después, el 20 de marzo, aparece con mayores bríos. Los ataques se suceden sin interrupción; la muerte se enseñorea del campo; la victoria amenaza constantemente colocarse a uno y otro lado de los contendores. Los sables de los llaneros hacen destrozos, pero los fusiles patriotas ciegan los efectivos contrarios.
Después de un día de lucha desesperada, Boves comprende que, a pesar de su notable superioridad numérica, no podrá obtener un verdadero triunfo sino teniendo armas de la misma clase que los patriotas. Conseguir estas armas a toda costa se vuelve entonces su idea obsesionante.
El 25 de marzo se presenta de nuevo; la lucha es a muerte; las embestidas se suceden sin cesar; los muertos realistas, a pesar de su número excesivo, no parecen importar a su comandante; Bolívar esta sereno y magnífico; la lucha lleva nueve horas y la victoria está indecisa. Pero de repente la angustia penetra en los corazones patriotas. La furia de la carga de Boves ha sido solamente un ardid para clavar en sus puestos a los independientes; una poderosa columna de tropas frescas llega, ya al declinar el día y bordeando la ciudad que está en manos de los amigos del rey, se dirige directamente a la casa de la hacienda.
Todos se dan cuenta de que se ha perdido el parque; que el triunfo de los realistas será inevitable y que la campaña de Venezuela será el mayor fracaso que puede concebirse.
Nadie tiene la esperanza de que Ricaurte, encargado de la defensa, pueda hacer nada. La superioridad numérica es tal que está de antemano vencido.
Por otra parte, su genio taciturno demostrado en los últimos combates no permite creer en un hecho excepcional… Pero el joven granadino ordena a todos los que hay en la casa que la abandonen, mandato que se cumple inmediatamente. Al último que sale le dice: “Decid al general Bolívar que pierda cuidado; Ricaurte responde de que no caerá el Ingenio en el poder del terror devastador de Venezuela”. Entrando directamente a la cocina toma un tizón y vuelve al mirador; en los alrededores se siente una explosión inmensa en el mismo instante en que los españoles han ocupado la casa.
Este acontecimiento inesperado pone fe en el corazón de los patriotas que redobla su energía para el combate. Los españoles empiezan a desbandarse. Boves, colérico, lanzando los más atroces juramentos de venganza, se retira y tras él lo que queda de sus tropas.
Fuente: http://www.centrohistoricoejc.mil.co
[…] Inmolación de Ricaute en San Mateo, versión oficial en Venezuela […]
[…] Inmolación de Ricaute en San Mateo, versión oficial en Venezuela […]