Pintor Pedro Centeno Vallenilla – Gran Muralista Venezolano

Pintor Pedro Centeno Vallenilla – Gran Muralista Venezolano

abril 16, 2017 0 Por jotave

Pintor Pedro Centeno Vallenilla – Gran Muralista Venezolano

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Nació en Barcelona, estado Anzoátegui, el 13 de junio de 1904 y fallece en Caracas, el 14 de agosto de 1988. En 1915 entró a la Academia de Bellas Artes de Caracas, donde fue alumno de Almeida Crespo y Álvarez García. Siguió la carrera de Derecho en la Universidad Central de Venezuela, doctorándose en 1926, y al egresar de ésta entró al servicio diplomático. En 1927 viajó a Europa, sirviendo en París desde 1932 y, luego, en Roma, a partir de 1932, en la representación venezolana ante el Vaticano. De 1940 a 1944 vivió en Estados Unidos. A su regreso a Caracas, se consagró enteramente a la pintura y abrió una academia en su taller de la esquina de Mercaderes. Sus primeras exposiciones se celebraron en la Escuela de Música de Caracas en 1932, y en la Galería Charpentier de París, en 1933. En la década de los cincuenta fue contratado para realizar sus murales sobre la nacionalidad en el Palacio Federal y en el Círculo de las Fuerzas Armadas.

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Biografía

Pintor. Hijo de Melchor Centeno Graü y Hercilia Vallenilla Lanz. Hacia 1883 su familia se establece en Caracas. El 25 de septiembre de 1913 formaliza su inscripción en la Academia de Bellas Artes, donde tendrá como profesores a Cruz Álvarez García en escultura, Antonio Herrera Toro en pintura y, tras la muerte de éste en 1914, a Cirilo Almeida Crespo. Este último (venido de Inglaterra y devoto prerrafaelista), ejercerá una gran influencia en su formación. El 1 de agosto de 1915 expone en la Fotografía Manrique tres obras: Cabeza de estudio para el Mercader de Venecia, Lucrecia del Tiziano y Colón frente al mar. El miércoles santo de 1917 fue bendecida La agonía de Jesús por monseñor Rincón González, arzobispo de Caracas, obsequiada por el artista a la basílica de Santa Teresa de Caracas. Muchas de sus obras realizadas antes de trasladarse a Italia en 1923 expresan contenidos formales e ideológicos del movimiento simbolista. En 1923 expone en el Club Venezuela, es nombrado agregado civil a la Legación de Venezuela en Roma, donde se establece.

Centeno Vallenilla en Europa

Centeno Vallenilla Pedro Obra Naturaleza Muerta

Centeno Vallenilla Pedro Obra Naturaleza Muerta

Allí se dedica al estudio del arte primitivo italiano y del Renacimiento y, en especial, de la obra de Miguel Ángel. Su permanencia en Italia coincide con el ascenso del fascismo y el tipo de arte figurativo que éste propugnaba, con sus figuras heroicas, el culto al héroe y sus desnudos masculinos no pocas veces amanerados. En 1926, con La madre y San Sebastián, Centeno figura en la exposición “Cultori e amatori d’arte” (Roma). Este año pinta además Sinfonía heroica. A finales de 1926 se traslada por unos meses a Venezuela y, en 1927, expone 13 obras en la Sala de los Escudos del Museo Nacional de Bellas Artes. “Pedro Centeno está lejos de ser un artista criollo, en el estrecho sentido del vocablo. En sus lienzos no se encuentran manoseados motivos vernáculos: hasta el mismo paisaje, tan explorado entre nosotros, seduce poco al pintor” (Corao, 1927). La madre, Sinfonía heroica, San Sebastián, El hombre de la esmeralda y El victorioso fueron algunas de las obras expuestas. A mediados de 1927 regresa a Roma y, en 1928, participa con tres pinturas en la “Primera exposición de artistas latinoamericanos residentes en Italia”. Para entonces empieza a explorar en Roma la temática americanista, con obras como Maya y Sinfonía tropical, donde combina tipos americanos y europeos, o más adelante, Quetzalcóatl (1931). En 1929 realiza un corto viaje a España y, a su regreso a Italia, por resolución del MRE, el 13 de junio es designado secretario de la legación venezolana ante el Vaticano. El rey de Italia, Víctor Manuel III, por petición del jefe de gobierno, Benito Mussolini, lo nombra caballero de la corona de Italia. En 1930 toma parte en la “Segunda exposición de artistas latinoamericanos residentes en Italia” con cinco obras: El arcángel Miguel, El entierro del héroe, El sueño de Adán, Ícaro y un San Sebastián (hoy en la Santa Capilla, Caracas). Con Brujerías logra una mención honorífica en la Exposición Internacional de Lieja, Bélgica. En 1931 realiza su primera exposición individual en Europa, 20 dibujos en la Casa de España en Roma. A finales de año retorna por pocos meses a Venezuela y, en 1932, expone en la Academia de Bellas Artes. En esta oportunidad, Julio Morales Lara escribió que su pintura “está al margen de recientes escuelas. Sus dibujos son impecables, demuestran un dominio asombroso y sus pinturas —de un clasicismo neto— nos hacen pensar en los maestros italianos dueños de la clásica heredad pagano-cristiana”. A su vez, el escultor Pedro Basalo opinó para ese entonces que Centeno no daba en sus obras pictóricas importancia al paisaje (a pesar de su uso frecuente), sino sólo a fondos en los que se destacaban elementos empleados en la confección de sus escenas. Esta misma característica señalaba las dificultades que tenía que vencer debido a la pulcritud con la que ejecutaba los contornos de sus figuras. A su regreso a Italia, a mediados de 1932, toma parte en la “Exposición internacional de arte sagrado moderno” en Padua. Asimismo, obsequia La sombra (1930), con imágenes de san Sebastián, san Francisco de Asís y san Antonio de Padua a los padres capuchinos de la Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes de Caracas. En 1933, por encargo del gobierno venezolano y con destino al Salón Elíptico del Palacio Federal (Congreso de la República, Caracas), pinta el retrato del prócer Lino de Clemente. En 1935 expone en el Palacio Doria, en Roma. Sobre las obras de estos años, Francisco Da Antonio escribió: “una racha amarga, desolada, cruza por estos tiempos la mirada de Pedro: Uno de tantos, La guitarra negra, el Canto V y El crucificado son telas, si bien un tanto efectistas, ciertamente dramáticas […]. Algunas otras acusan también un terroso cromatismo y se inscriben en ámbitos (La copla llanera) o en atmósferas (Melancolía india) tensas u opresivas. La pincelada sigue siendo densa y texturada y el color macerado y sonoro aun en zonas reservadas a las sombras” (1991).

Centeno Vallenilla en Venezuela

Pedro Centeno Vallenilla Quetzalcohualt, 1931

Pedro Centeno Vallenilla Quetzalcohualt, 1931

En julio de 1938 retorna a Venezuela; en octubre expone en el Ateneo de Caracas y en 1939 en el Ateneo de Valencia (Edo. Carabobo). Dona a la Catedral de Caracas una imagen de san Sebastián y realiza las decoraciones para el catafalco destinado a los funerales de Pío XII. En este mismo año, regresa a Italia y en 1940 se radica en Nueva York, donde permanece hasta 1942. El 24 de febrero de 1940 se inaugura la nueva sede de la Embajada de Venezuela en Washington, en la que son colocadas varias de sus obras: cuatro grandes figuras pedestres en el Salón de Recepciones (Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Alonso de Ojeda y Guaicaipuro); El pequeño dios blanco en la segunda planta, y El trópico, que se conserva en la Embajada de Venezuela en Brasilia. “Un nuevo factor va a intervenir en la definición de su estilo: la radicalización de lo escultórico en el tratamiento de las formas y la subsecuente producción de un repertorio de imágenes a modo de los restos materiales —torsos, cabezas, fragmentos— de la plástica greco-latina, animados, no obstante por la sensualidad gestual del movimiento. Esa necesidad de magnificar el pormenor, esas grandes secciones corpóreas, podrían remitirse a ciertas obras anteriores, como el Canto V y El beso, ambas de 1936, donde los torsos parecen como vistos en un gran primer plano que corta, a nivel de los hombros y la pelvis, las figuras en acción; Semejanzas y contrastes, Los gemelos de mito, Fragmentos, La dama en negro y Génesis son algunas de las numerosas composiciones surgidas en ese decisivo tránsito en Nueva York. Pero ahora los contenidos, además de simbólicos, asumen ciertas categorías emblemáticas y también alegóricas” (Da Antonio, op. cit.). A mediados de 1940, participa en la “Exposición de arte latinoamericano” en el Museo Riverside (Nueva York), que reúne obras de artistas de México, Ecuador y Venezuela. En 1942 expone en la Universidad de Cornell (Ithaca, Nueva York, Estados Unidos), y a fines de este año retorna a Venezuela.

En 1943 expone 29 obras en el Ateneo de Caracas, en las que fragmenta los cuerpos a manera de esculturas vivas, entre ellas Su majestad el Negro Miguel y El Génesis. Centeno inicia para esa época una serie de caciques locales cuya interpretación no es exclusivamente heroica, ya que aporta al “nativismo” que dominaba gran parte del arte latinoamericano de entonces, un acabado simbolista. En 1944 abre el Estudio Centeno, taller de miniaturas (más tarde de pintura y dibujo); realiza para la capilla del Colegio Santa Rosa de Lima tres imágenes: Santa Catalina de Siena, Santo Domingo de Guzmán y Santa Rosa de Lima, y lleva a cabo el que se supone su primer trabajo en lápices de colores, Sinfonía malembe. En 1946 realiza dibujos para ilustrar Vuelta a la patria de Juan Antonio Pérez Bonalde y Canto a España de Andrés Eloy Blanco (publicados en la revista El Farol) y pinta un mapa mural para el BCV (in situ). En enero de 1947, en el Palacio del Libro (Caracas), se exhiben los óleos originales de las portadas de los libros de tema indigenista del escritor Arturo Hellmunt Tello, Leyendas indígenas parianas y Leyendas indígenas del bajo Orinoco, entre ellos. Con Eduardo Francis, Carlos Otero y otros pintores y escultores, Centeno promueve y funda la AVAPI, conocida como Los Independientes, para ofrecer una alternativa frente a la discriminación de los jurados del Salón Oficial. Hasta 1960, la asociación organizó un salón anual sin premios, medallas ni jurados.

Centeno Vallenilla y el Nacionalismo

Después de 1948 y el ascenso de Marcos Pérez Jiménez, quien apoyó los motivos nacionalistas, Centeno tuvo un papel preponderante en la consolidación de una iconografía histórica. En 1951 obtiene la medalla de oro por su Canto olímpico del olivo y el fuego en el certamen de poesía promovido con motivo de los III Juegos Deportivos Bolivarianos, y en 1953 su Canto al hombre americano recibe el primer premio del Centro Literario Filosófico Arca del Sur de Montevideo. En 1954 se inaugura su fresco en el Salón de los Escudos del Capitolio Nacional, diseñada en un ámbito de precisos límites arquitectónicos. En 1955 se anuncia la acuñación de una serie de 12 monedas de oro con las imágenes de caciques diseñados por Centeno, y al año siguiente se agregan seis nuevas, entre ellas, Urimare, la única mujer incluida en esta colección. En 1956 comienza a trabajar en el proyecto del Círculo Militar de Venezuela, un mural de grandes dimensiones cuya ubicación en un recinto casi tan alto como estrecho le obligó a enfrentar el problema de la longitud, fraccionando la superficie en tres rectángulos, cada uno de los cuales exigía para sí una solución autónoma. “En todo caso el panel de mayor elocuencia sería el de la Conquista, donde todos los elementos enriquecen y dinamizan la acción. El panel central tiende a actuar como el eje de la balanza; su diseño piramidal le imprime, pese a todo, una cierta apariencia de cuadro vivo. El tercero deviene el más espectacular y el de las mayores dificultades intrínsecas, no obstante el impulso de su ritmo compositivo. El binomio árbol-columna resultó aquí un felicísimo recurso mural” (Da Antonio, op. cit.). En 1958 pinta un mural en la Iglesia San Juan Bautista, frente a la Plaza Los Capuchinos; ese mismo año entrega a la delegación venezolana en los Juegos Panamericanos de Chicago un dibujo de la pianista Teresa Carreño destinado al Conservatorio de Música de Chicago. Las obras de sus últimos años fueron realizadas sobre tabla, siguiendo técnicas de preparado prerrenacentistas. En 1964, luego de 20 años sin exponer formalmente, Centeno exhibe en la Galería Acquavella de Caracas su serie Tauromaquia, colección de dibujos a lápiz, tinta china y otros materiales. Entre 1966 y 1981 participó en diferentes muestras, siendo las más importantes las realizadas en la Galería Acquavella (1967), en la cual todas las obras fueron pintadas sobre tabla negra; en la Galería Il Caravaggio (Caracas, 1974), y en “Indagación de la imagen (la figura, el ámbito, el objeto). Venezuela, 1680-1980. Exposición temática. Primera parte” (GAN, 1980) donde estuvo representado, entre otros cuadros, con una Naturaleza muerta (colección GAN) y con una de sus vírgenes. En 1991, el MACCSI reunió en una “Retrospectiva (1915-1988)”, 200 de sus obras, entre murales, pinturas y dibujos. De Centeno Vallenilla la GAN posee Hilandera (1976) y Naturaleza muerta (1980), óleos sobre madera, y Teoría del discóbolo (1950), dibujo de pliego completo en el que muestra todas sus virtudes de gran dibujante.